¡Uhhh qué plomazo! naaa, leamos un resumen... ¡¿El Martín Fierro completo?! ¡¿No podemos leer otra cosa, algo menos aburrido?! Quienes somos profes de Lengua y Literatura nos encontramos a diario con un sinfín de negativas que obstaculizan un tanto la tarea que nos compete en el área, pero dudo que este no sea el más complicado de todos: la lectura de "El gaucho Martín Fierro" de José Hernández. Me detengo en esta implicancia solamente, sin dedicarme a incorporar conceptos como: reflexionar, inferir, argumentar, fundamentar, etc; no porque no sean capaces de hacerlo, incluso realizan todas estas operaciones mentales, sin ser plenamente conscientes de ello.
Muchos llegan al secundario habiendo leído el poema gauchesco en el nivel inmediatamente inferior, y consideran que ya ha sido suficiente “tortura” haberlo trabajado en ese momento, ¿para que seguir con el “calvario”?. Allí entran nuestras neuronas a funcionar agitadamente, porque entre otras cosas los profes de Literatura sabemos de la importancia histórica que la obra posee. Terminar el nivel medio sin haber leído el Martín Fierro, equivale a mi parecer a no trabajar la Revolución de Mayo en el primario. Cada grupo responde de manera distinta al abordaje didáctico que el docente puede sugerir, pero que quede claro en un 80 % ( prefiero no generalizar) poseen un denominador común: el desprecio por el texto gaucho.
Entre argumentos y contraargumentos (por llamarlos de alguna manera… soy demasiado optimista ante la consideración de las “razones” que la mayoría aducen), comenzamos con la lectura. “¿Quién quiere empezar a leer?” ….. (silencio absoluto y molesto)
En síntesis, si no hay un alumno que hace las veces de “voz portante de los momentos de lectura”, termina leyendo la docente, hasta que… uno puede empezar a sugerir cosas. Recuerdo una vez que pregunté: ¿alguien sabe tocar la guitarra? Y me respondieron afirmativamente, a partir de ese instante, no pararon de leer hasta el final con el sonido típico que acompaña cada canto, cada verso, cada escena pintoresca.
En otros casos ha sido suficiente pedirles que si no quería leer solo uno que lo hicieran en grupo… y allí entre risas burlescas, van armando la historia con sus voces a coro, a veces disonantes. También cito el caso último de mi experiencia docente: la incorporación del lenguaje cinematográfico a la “lectura comprensiva y placentera de la obra”.
Hay varias versiones del Martín Fierro, quizás la más vista y popularizada sea la versión de 1968, de Leopoldo Torres Nilsson, protagonizada por Alfredo Alcón. Incluso hay una versión del cantante folklórico Horacio Guarany de 1974, dirigida por Enrique Dawi, “la vuelta del Martín Fierro”. Pero no ha sido ninguna de las mencionadas la película elegida. Hace un tiempo me topé casi por casualidad con la animación del gran dibujante y escritor rosarino Roberto Fontanarrosa. ¿Dibujos animados para jóvenes que están a punto de comenzar la facultad? Lo mismo me pregunté yo…
Hoy producto de mi experiencia, puedo decir que es una excelente opción que gusta, entretiene y lo mejor de todo: los acerca al sentido del “ser” próximo a un determinismo siniestro del hombre esclavizado en el género, pero que a su pesar, con una contradicción que hiere el alma, siente orgullo de “ser” gaucho argentino.
“ Está buena la peli, me ayudó a imaginarme todo: el ambiente, los protagonistas, las sensaciones de tristeza y felicidad… está copada. La música se impone”. Así se expresaba una alumna luego de ver el film. ¿La música se impone? Y si. La música es de DIVIDIDOS, un grupo de rock nacional que supo encontrarle la vuelta a la patriada. Es una muy buena propuesta para acercarse a la épica criolla y entender que Martín Fierro no fue “matrero” por voluntad.
Les proporciono un momento de lectura (¡complicada la lengua natural del gaucho!).¡ Y pensar que ninguno quería leer!:
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