miércoles, 24 de abril de 2013

¿PARA QUÉ?




A veces solo quisiera silenciar los sentidos
despegarlos de mis manos,
de mis oídos, de mi latido persistente;
colocar la mente en el baúl de los recuerdos
pero cerrado, olvidado, inexistente.

Tan solo a veces, quisiera no ocuparme de mis miedos
dejarlos ahí aletargados, como inertes,
cómodamente inactivos,
pasivos de mis pensamientos,
pasivos de su voz.

Quizás a veces entre sollozos y reclamos
peleo con Dios.
Le pregunto incansablemente como un eco
que resuena en un abismal vacío:
¿por qué a mi?
y la única inquietante respuesta que recibo
es el triste sonido de la soledad.

Pero todo esto sucede solo a veces,
porque he aprendido que los por qué son en realidad para que
y allí Dios sí me responde una y otra vez:
para que crezcas y te hagas fuerte.

Patricia Gonzalez