sábado, 27 de abril de 2013

CICLOS




Despertar. Ansío despertar.
Que estos párpados se abran
y puedan empezar a volar.

Volar. Ansío volar.
Que se desplieguen mis alas,
que suban a lo alto a mirar.

Mirar. Ansío mirar.
Que el mundo entero aparezca
y me empuje  desde la leptónica montaña de la vida,
obligándome a saltar.

Saltar. Me siento saltar.
Con el vértigo ajustado al peso de mi cuerpo
impávido e intrépido, me veo caer.

Caer. Me ven caer.
Sin levitar, con la amenaza
de la ineludible sensación de morir.

Morir. Me veo morir.
Deshojando deshoras,
calcinando muérdagos silvestres,
entrando en el fango, decrépito,
menoscabo, segmentado, pluvial,
profundo, lozano y verde...
Volviendo nuevamente en rizomas alborotados
a  fluir en la savia, que alimenta y clama,
como la eterna flama de ancestrales ritos,
el prodigioso arte de renacer.

Renacer. Ansío, me veo, me ves, me siento, renacer.
Que el alma se ensamble con el cuerpo,
para que vuelva el soplo renovado de  vivir.

Patricia Gonzalez

miércoles, 24 de abril de 2013

¿PARA QUÉ?




A veces solo quisiera silenciar los sentidos
despegarlos de mis manos,
de mis oídos, de mi latido persistente;
colocar la mente en el baúl de los recuerdos
pero cerrado, olvidado, inexistente.

Tan solo a veces, quisiera no ocuparme de mis miedos
dejarlos ahí aletargados, como inertes,
cómodamente inactivos,
pasivos de mis pensamientos,
pasivos de su voz.

Quizás a veces entre sollozos y reclamos
peleo con Dios.
Le pregunto incansablemente como un eco
que resuena en un abismal vacío:
¿por qué a mi?
y la única inquietante respuesta que recibo
es el triste sonido de la soledad.

Pero todo esto sucede solo a veces,
porque he aprendido que los por qué son en realidad para que
y allí Dios sí me responde una y otra vez:
para que crezcas y te hagas fuerte.

Patricia Gonzalez