lunes, 7 de noviembre de 2011

Martín Fierro: la apoteosis de la gauchesca

José Hernández consiguió plasmar en su más prolífica recreación artística, el poema gauchesco por excelencia: "El Martín Fierro". Muchos consideramos esta obra como una exquisita fuente de sabiduría, de la cual emanan las enseñanzas de un hombre que se defiende (como puede) contra la injusticia propagada por la "civilización". Usado y marginado, el gaucho se enfrenta en una tierra casi virgen y desamparada, donde se cuentan las más crueles desventuras de esta "raza", sostenida en la sacrificada necesidad de sobrevivir a una lucha, que trasciende sus propios límites. Deberá superar sus propios miedos y desesperanzas. Deberá caminar sobre el sendero incierto de la vida. En síntesis, deberá transitar el camino circular de la humanidad.
¿Qué fue el gaucho a lo largo de su historia, sino una nueva clase de marginado y simple objeto del poder de turno? es probable que para muchos de nosotros Hernández haya conseguido su objetivo primero (según los señalado por historiadores y biógrafos que han investigado con más profundidad su vida y obra) que sería el de mostrar crudamente, que aquella forma de conducirse con odio hacia las autoridades sociales y desprecio hacia la ley, no son condiciones intrínsecas del gaucho. toda aquella presión y vejación al que ha sido sometido, indudablemente debieron conducirlo a producir una violenta defensa al ultraje de su ser.
Hoy quizás nos preguntemos ¿fue tan difícil para algunos "letrados" contemporáneos de Hernández "comprender" a este humano que reclamaba un lugar digno en la sociedad? Sabemos por sobrados antecedentes que la historia se repite sin cesar como una especie de tiempo cíclico viciado de esa búsqueda desesperada de lo que los hombres han dado en llamar "progreso", utilizando cualquier medio que pueda facilitarlo.
 Creemos que la vida, el amor, el trabajo, la bondad, la soledad, la elección en una creencia que puede ser religiosa; deben surgir como política de una posibilidad cierta de libertad,  y para que esta sea factible la justicia debe ocupar un lugar visible y suceptible de acceso, para que cada sujeto pueda trabajar sus virtudes en un plano de igualdad. ¿Utopía o realidad? Pensamos en un derecho al que EL HIJO DEL DESIERTO, MARTÍN FIERRO, no pudo aspirar.





Le dejo este link de José Hernández
http://www.los-poetas.com/c/her.htm